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Deliración 37: Lope.-

La vanidad y el orgullo de Lope perseguían una mortalidad majestuosa, un destino sublime y señero, mas su cobardía lo ataba a una eternidad sin mayor aventura ni arrojo que el de permanecer sin perpetuarse sentado sobre la arena de aquella playa cobriza y bañada por una violenta marea sanguinolenta que trataba de evitar que aquellos fieros caballeros se arrojaran mar adentro persiguiendo quién sabe qué empresa, sumergiéndose quién sabe por qué causa, muriendo quién sabe por qué ideal. Lope, por su parte, moriría años más tarde, talvez, de gripe, en su cama transpirada y demasiado grande, rodeado por siervos e hijos que ya no reconocería.

Matsuo

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