Ir al contenido principal

Entradas

Mostrando las entradas de diciembre, 2012

Deliración 424: Bloguistas locales...

El tipo tiene 37 años y trabaja en la municipalidad. Su viejo entró con los radicales en los 80s y le consiguió un puesto con los peronistas a principio del 2000. Es una especie de intermediario perdido dentro del procesamiento de datos de los contribuyentes de la tasa. Vive de eso, pero el tipo tiene un blog desde el 2005, ocho años ya. Escribe sobre hechos policiales y cosas que le llaman la atención; alguna película, un recital o demás aleatoriedades que atestigua in itinere. En los últimos dos años comenzó a escribir sobre el submundo paranormal de Córdoba; desde que la vieja se enfermó y el padre la empezó a llevar a todos esos curanderos que le aseguraban sanarla mediante hechizos, promesas y sacrificios. La vieja murió, pero él descubrió que no todo era mentira. El tipo busca la verdad a su manera y se remite a sus sentidos. Hoy publicó, después de mucho tiempo, el caso de la mesa 14 de un bar en Alto Alberdi en el que debés sentarte a la hora de la siesta y pedir una caña de más y esperar hasta que una ausencia te acompañe y te palmee la mano. "Les juro, era mi abuelo", sentenció y tengo razones para creerlo.

Deliración 423: Incómodo...

Se trata sin dudas de una situación incomoda, creeme; los cuatro ahí, en bolas, sentados a la mesa y esperando la comida. Yo estoy gordo y la tengo chiquitita, y no hay manera de remarla en un club nudista. Todos la tienen más grande y sí, mi mujer se da cuenta... y lo peor es que la  otra mina también, como que se sacó las dudas. Ahora ya no me va a coquetear más. Ellos nos invitaron, ella y su marido; pero su marido es un pavo... aunque ahora también mi mujer le mira el ganso, la vi. La mina es plana, chata y peluda; ni culo ni tetas, pero nutrida de una buena nutria. Como está todo en penumbras y yo estoy sin lentes, no puedo pispear mucho más lejos. Si me dejaba los anteojos mi mujer seguro me armaba un escándalo terrible, así que mejor los dejé en el vestuario. Para qué vinimos? Me cago en la genética, en mi familia y en los amigos de mi esposa. La moza parece que estuvo buena, pero ahora ya tiene unos cuarenta y largos y la piel le está empezando a quedar unos talles más grandes y le cuelga y se arruga. Cuando nos trae la comida, como que la fuerza de sujetar la bandeja hace que se le arremangue un poco a la altura del esternón. Entonces descubro la mirada fulminante de mi mujer.
- Te gusta?
- Mi amor, qué querés que haga? están todos en bolas...
- Bueno, pero no hace falta mirar así...
- Dejalo -dice la otra- si total estos dos son unos muertos. No van a hacer nada con ninguna...
- Y vos qué vas a hacer, a ver? -la desafío.
- Yo? Lo que quieras...
Puta, me cagó; encima ahora el pavo del marido me mira como con ganas de cagarme a piñas. Ni me animo a mirarla a mi mujer, pero menos mal que no hay cubiertos sobre la mesa. En el escenario del fondo, comienzan a cantar uno que suena como Juan Ramón y una tipa que le hace los coros y lo acompaña con un organito.
- La próxima navidad la pasamos con mi hermano -le digo a mi mujer.
- Si seguís así, la próxima navidad la pasás solo -me responde. Y a mí me pudre cuando mi mujer convierte todo en una lucha de poder; sobre todo porque soy yo el que tengo que ceder para calmar todo y evitar días, semanas, de distanciamiento y mala onda en casa. Pero ahora me hartó, ella quiso venir acá con su amiga. No sé qué anécdota quería sacar de todo esto, si ni siquiera es un quilombo... El pavo me mira, como sonriendo, y la esposa está expectante, como casi excitada por la cizaña  Pero ya fue, es navidad; aunque si fuera año nuevo sería más simbólico o representativo o lo que sea... la cosa es que le guiño un ojo y me prendo al trencito que pasa a mis espaldas. Veremos qué pasa mañana...