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Mostrando las entradas de agosto, 2008

Deliración 302: Y van 29...

El pis de los perros sobre las baldosas del patio había adquirido una viscosidad cocacolezca que se adhería a las suelas de sus pantuflas espolvoreadas por ese acerrín sintético que se llevaba el viento. El serrucho descansaba sobre la tabla de fibrofácil y sus brazos colgaban exhaustos y acalambrados por debajo del nivel de la silla. Se había propuesto hacer una maceta de madera forrada en papel adhesivo para protegerla de la humedad de la tierra y la lluvia. La idea era poner un poco de tierra y algo de césped para que los perros cagaran y mearan ahí y no por todo el patiecito del departamento. Sabía que era una solución temporal y que, tarde o temprano, aquella maceta se pudriría, pero no le importaba. Cada tanto se inventaba una tarea estúpida para rellenar el vacío de su vida.

Deliración 300: La morada a pedazos...

No hay luz y hay gas en exceso, los peldaños se parten, la baranda se suelta, la puerta no cierra, el calefactor no prende, la bacha no desagota, el agua fría se rebalsa por la cocina, la mierda inunda el patio, la panadería se prende fuego, el inodoro descarga en la ducha, el olor brota como vertientes cloacales por todos los desagües, y nosotros... nosotros insistimos en pagar el alquiler.