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Mostrando las entradas de febrero, 2010

Deliración 353: Mis vecinos...

Tita es nuestra vecina, tiene setenta y largos, y vive del otro lado de la tapia. Su marido es más grande, más viejo, o, por lo menos, eso parece. Nunca nos dijo su nombre. Se la pasa sentado en el patio, de bajo de una sombrilla. Ya no puede caminar sin ayuda, se cae constantemente y, cuando eso sucede, Tita me grita por el patio para que vaya a ayudarla. Lo levanto fácilmente, no pesa mucho, pero para ella esto es imposible. Siempre me dice que su marido está clavado al piso, y él se muere de vergüenza. Hubo una época en la que se lo llevaban diariamente para que lo sometan a diálisis, y cuando se caía, se le abrían las incisiones y heridas, y el pobre abuelo quedaba tirado en el piso todo cubierto por su propia sangre. Tita está cansada, se le nota en la cara; tanta tristeza y desesperación. A fines del año pasado nos trajo un postre de merengue, supongo, como muestra de agradecimiento. No hacía falta, le dije en ese momento, pero me lo comí con gusto -a mi mujer no le gusta el merengue... a mí tampoco, pero yo soy un cerdo-.

Tita tiene una perrita, Luna. Luna vive al frente, por puro gusto nomás, y se la pasa ladrando a la gente que pasa por la vereda. Tita y Luna discuten todos los días, pero la última palabra la tiene la perrita. No sabemos si tienen familia. Sólo ellos y su perrita.

Cada tanto, hay días en los que tanto Tita, su marido y Luna guardan silencio... y uno no sabe qué pensar...

Deliración 352: Perdido en las nubes...

El gigante miraba su sombra pisoteada por medianos y confiaba que tal era su estatus por lo que caminaba cabizbajo, más bien agachado, avergonzado de su tamaño y cargando con la culpa de que le llamaran Alto. Sólo necesitaba alguien a quien admirar, pero no le quedaba otra que mirar hacia abajo.

Deliración 351: Afuera, otra vez está lloviendo.-

Tengo la manía de soñar despierto y no de noche, particularmente mientras camino, pienso, me reinvento en un discurso en tiempo pasado donde se reconocen en ese ahora mis logros en tercera persona por sombras que me ven pasar en la distancia de mi fantasía, todo, todo en mi cabeza, a cada paso, kilómetros y kilómetros de mentiras que me cuento a mi mismo, y yo, satisfecho con no haberlas arriesgado, frustrado para no fracasarlas, las disfruto aprobadas por esos fantasmas anónimos que me saludan orgullosos; y es que el caminar, como vector de mis sueños, me permite trocar mis anhelos por derroteros más concretos que me lleven a panaderías, supermercados y librerías. No me pasa lo mismo en colectivos y trolebuses, de los que suelo ir colgado de caños con sudores acumulados: entonces sólo miro y espero que alguien abra la ventana.

Deliración 350: Consuelo de tontos...

Disciplinado por omisión y talvez ésa sea la cuestión, la elipsis, tanta y tan tangible, mis silencios, la gente, los favores, las gracias, las monerías, el payaso, sus risas, ellos, todos y yo... uno más del montón, pero que al menos me sonrían...

Deliración 349: En una tarde cualquiera...

Recurríamos a la televisión para ocultar el silencio de la tarde cuando descubrimos una guitarra que cuerdeaba a unos cuantos tapiales de distancia. Era una melodía sencilla y muy mal ejecutada, y, sin embargo, nos atrapó de modo tal que nos encontramos de pie en el patio, mirando por los techos, persiguiendo nuestro enajenamiento. Vi a mi mujer a un costado, le convidé un mate que rechazó por amargo y nos pusimos a charlar. Nunca me interesó demasiado la música, aunque me hubiese gustado aprender a tocar el charango. Mi mujer, por su parte, cantaba muy bien y muy variado, y nunca entendí muy bien porqué nunca le prestó demasiada atención a ésa, su otra vocación. La guitarra calló y nosotros con ella. Se había hecho tarde de pronto y no sabíamos qué íbamos a comer. Volvimos a la casa, prendimos la hornalla y buscamos algo para matar nuestro tiempo muerto, pero la programación del cable que no pagamos no tenía nada que brindarnos.

Deliración 348: La escucho a mi lado...

...se durmió atragantada por el llanto... hacía tiempo que le había advertido de mi ruina... se empecinaba en su optimismo soñando un futuro para ambos... sólo consigo lastimarla con tanta lástima... ya las flores y los bombones no sirven para nada... nuestro presente, perdido... yo, en el limbo de mi pasado... testigo de mi mundo que se cae a pedazos... ella, insistiendo en el mañana... suplicando malabares, risas y aplausos... despertar para cumplir sus sueños... mi amor, su ruina... su amor, mi vergüenza... de mis sueños, nada... buenas intenciones... malas ideas... pésimas decisiones... vacío... perdido... y ella... alentándome... rogándome... esperándome... desconsolada... se durmió atragantada por el llanto... y yo... pensando en dar lástima... la escucho a mi lado...

Deliración 347: Ya no descubro tanto como antes...

En las notas del cuaderno descubro que no es acné, mis granos, sino ampollas de grasa y me digo que son pequeñas vertientes lipídicas que manan de mi rostro y brazos alimentadas, supuse yo en ese talvez, por un prominente núcleo cebáseo que crece y se almacena colestorolíticamente detrás de mis ojos, aplastando bulbos, nervios y gángleos. De mis mucosas y demás cerúmenes, la próxima...

Deliración 346: Como coagulados...

Poco quedaba por decir... el amor se había acostumbrado a ver televisión desde la cama y a guardar silencio en la mesa, a compartir amistades ajenas y programar el resto de sus vidas sin presente. Dormían de la mano, sin sueños, como con miedo a perderse durante la noche. Necesitaban un cambio, pero las opciones les aterraban.

Deliración 345: La calor y su humedad...

Desayunabamos fetas de aire que nos regalaban las madrugadas, mas el resto se trataba de un tufo inoxidable que aporcinaba a todo aquel que respirara sin importar que, refugiados del sol, buscáramos santuario en oficinas y hogares asfixiados por tanto encierro.

Deliración 344: Favores sin remate...

_ En mi vida vi tanto huevo apilado, de dónde los sacó, Cafrune?

_ Malvisto, aprenda a no revelar sus fuentes y disfrutar de las maravillas del misterio. Qué importa de donde los saqué? Sólo digamos, por decir algo nomás, que hay mucha gente que me debe favores...

_ Y se los paga con huevos?

_ Agradezca que no le lleno la casa de gallinas, Malvisto...