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Mostrando las entradas de abril, 2010

Deliración 358: A darle rosca, caballero...

Se dijo que perdió tanto tiempo dedicando su tiempo a pensar en que su problema radicaba en la necesidad de aprobación por parte del resto, sus otros, para llegar luego a ese hoy en esa piecita que hacía las veces de consultorio modesto y pituco donde le voltearon la tortilla auto-conspirativa de su humilde subconsciente pues que, según palabras de su analista, "y si el tema fuera que, en realidad, su necesidad es la de desaprobar aquello que defiende a capa y espada, caballero" (en un tono de irónica pregunta, por cierto); y sin posibilidad de cantar retruco, fue largado a la calle, desnudo y sin saber muy bien qué era lo que defendía, si su vocación, sus sueños, su criterio, su razón, su conducta o lo que sea; pero, como sea, fuere o pareciere, se sentó en la vereda de la plaza mirando su minúsculo pitito, desviando sus pensamientos a un "si por lo menos fueras más grande" y alzando la vista al cielo para encauzar nuevamente el hilo de sus ideas a un "al parecer no necesito un empujoncito para comenzar o bien continuar mis proyectos de vida, sino que lo que busco incansablemente no es otra cosa que excusas para derribar iniciativas y mis escasos alzamientos de autoestima para mantenerme quieto en este cómodo limbo del no ser con tantos potenciales desperdiciables" y entonces, como si fuera poco, un helicóptero oficial pasó a lo lejos, en ese mismo cielo, y se imaginó piloto y se imaginó volando por la sierras y se imaginó de viaje, más lejos que ese a lo lejos y en otros tantos cielos, pero se recordó que con su problema de miopía y astigmatismo nunca le darían el carnet de vuelo.

Deliración 357: De lo que le faltó a su vida...

Lo despertaron los gritos y de repente fue consciente del dolor y la humillación de una madre, y se hizo responsable de las culpas de un padre, y cargó con la vergüenza de los errores ajenos, y fue sombra y reflejo sin derecho a equivocarse pues que las consecuencias se exageraban demasiado y lastimaban tanto que sumido en su heroísmo infantil prefirió sus heridas a arriesgar a los demás... él, ése, úlcera ácida encostrada de ese ideal adecuado al resto...

Deliración 356: Premisa.-

La necesidad de ver por la ventana se ve frustrada por la pared del patio, blanca y roñosa, enalahajada por un racimo de limones que cuelgan del limonero del vecino. El monitor se esfuerza por emular una hoja de papel y el cursor se impacienta por mi retraso. Una idea: descubrir el mundo a partir de un accidente. Un sueño: convertir la idea en serie y venderla a alguna productora. Una premisa: nada de lo que haga será lo suficientemente bueno. Una pregunta: para quién? Una solución: frustrar mis intenciones para no fracasar en el intento... y en eso ando.