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Deliración 52: Cosa rara.-

Fue testigo de la chanchada, acechando agazapado debajo de la silla, en ese despelote de ropa y papeles. Después los cuerpos se relajaron, se secaron y se taparon con las colchas, cansados y satisfechos, abrazados a las almohadas. Esperó. Esperó hasta oír esa respiración rítmica y contundente, resfriada y boquiabierta. Salió de su escondite y saltó sobre la cama. Celoso, se acostó entre ellos. La empujó a ella y lo lamió a él. El respondió con un manotazo que lo tumbó de la cama. Cayó, picó y volvió a subirse sobre la cama. Se acurrucó entre los pies. Él volvió a quejarse y ella murmuró algo, un nombre, el mismo nombre con el que él estaba soñando y no decía nada, nunca. De eso, hace ya tres años.

Matsuo

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