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Deliración 62: Los juguetes.-

Sus manos eran ya demasiado grandes, la pieza demasiado chica y por más que quisiese ya no podía jugar más. Los juguetes ya no tenían vida, sólo eran pedazos de plástico antropomórficos o cuadrados o en comba, partecitas de un algo que quién sabe qué fue, animalitos muy duros y muy grandes, soldaditos demasiado blandos y pequeños, motitos, autos y camiones y un avión blanco de plomo, chiquito y pesado de Brigada A, pero no recordaba ningún avión en Brigada A, salvo cuando lo dopaban con leche a Mario Baracus; como tampoco se acordaba de dónde habría quedado la camionetita negra, esa que doblaba antes de llegar a los bordes. Se había olvidado y ya no podía imaginárselo siquiera.

Matsuo

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