Sé que estábamos peleando, revolcados sobre la tierra y los cascotes, mugrientos y lastimados, con cortes y raspones, cubiertos de polvo de ladrillo, arena y sangre, y transpiración en los ojos y su mano en mi garganta y yo tratando de zafarme y atajarle los puñetazos, pero nunca supe como fue que de repente apareció un cuchillo en mi mano derecha, o talvez era un pedazo de vidrio o de chapa con mucho filo, entonces lo agarré de los pelos con mi mano izquierda y sentí los puñetazos y como mi nuca rebotaba contra el piso y los cascotes, y alcance a ver como el cuchillo o el vidrio o la chapa atravesó su cuello y como se llevó las manos a mi mano y yo seguí tironeando y desgarrando hasta abrirle la garganta y así saqué el cuchillo o lo que sea y me bañó en sangre y empezó a gritar con esos gritos guturales, roncos y gargáricos y me lo saqué de encima con una patada y me alejé arrastrándome y él se quedo revolcándose, solo, entre la mugre, los yuyos y los cascotes.
Matsuo
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