Pronto despertará ella también y me contará, como de costumbre, sus sueños después de desayunar, y yo me reiré o le diré que no son ciertos, que no hay por qué preocuparse, y después se irá a trabajar o a estudiar y recién entonces podré dormir, no porque me moleste que ella se quede, todo lo contrario, sino porque sencillamente no puedo dormir tranquilo en mi cama sabiendo que ella está ahí, acurrucada, hecha un ovillo, tirada en el piso.
Matsuo
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