Enroscado sobre la almohada, atorrante y epiléptico, Sambuceti duerme. Cada tanto gruñe. Cada tanto llora. Quién sabe qué está soñando. Afortunadamente los perros son mas bien pragmáticos y muy poco románticos. Sus anhelos no van más allá de la esperanza de un paseo largo, unas cuantas corridas a unos gatos, un par de ladridos, un encontronazo con otro perro, cagar, mear y después volver a casa, al departamento, y comer lo que comemos y dormir donde dormimos. Afortunadamente no pretenden más que lo que tienen, que lo que les damos. Afortunadamente no pretenden más de nosotros. La desilución sería inevitable.
Matsuo
Comentarios
Publicar un comentario