Otra idea, otro sueño, otro nuevo proyecto que, como todos los demás, no llegará a nada. Por qué será que tengo esta costumbre de no concretarme y permanecer en este subjuntivo permanente; de no hacer nada con mi vida, ni siquiera vivirla. Debería delegarme... que me vivan, que me lleven, que me arrastren, que me empujen, que me tiren, que me pasen por encima, que me hagan reír, que me emocionen y que hagan todo por mí. Entonces yo sólo tendría que quejarme de ellos, de la vida de mierda que me dieron, y así, por lo menos, yo no tendría la culpa de nada. Ah, y así vivir comodamente la mentira de ya no ser consecuencia de mí mismo sino víctima... testigo, nunca actor.
Quizá por eso me gusta tanto el cine...
Quizá por eso me gusta tanto el cine...
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