Anónimo y lejos de toda cercanía, en campo abierto, solo y por su cuenta, aunque no tanto, sólo apenas, se descubrió entre iguales, todos inferiores, débiles y crueles, inocentes y tontos, sabios imberbes, únicos, maravillosos e imbéciles, inconscientes del milagro, del portento y del chiste de ser ellos mismos sus propios obstáculos.
Descubrió a la humanidad, un contingente en contingencia y decidió constiparse.
Se sometió entre reprimidos, esta vez gustoso de saberse gigante entre otros tantos tontos pares y vivió tranquilo una vida tranquila de muchos años bastante agitados de altibajos económicos.
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