Su ego era inmenso y cada día crecía y crecía y a su lado, sus pares, empequeñecían y se acomplejaban, y él majestuoso y humilde los animaba y crecía y ellos lo adoraban y lo idolatraban y él crecía y se hacía gigante y se arrodillaban a sus pies y él les ayudaba a levantarse y les daba palabras de aliento y lo idolatraban y lo veneraban y competían por sus favores y se peleaban por estar a su lado y se organizaban grupos y se masacraban y se exterminaban los unos a los otros y dentro del mismo grupo, clan o familia, y entonces él, ofendido, decidió crucificarse, porque ya no le daban tanta bola.
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