Desesperado y sin un mango, sponsoreó su suicidio para darle la posibilidad, no de un futuro, sino más bien de un breve presente a su familia, mas terminaron cagándolo como estaba acostumbrado. Nunca se enteró y murió contento contra el pavimento de calle Ayacucho con su remera blanca sponseoreada empapada de sí mismo.
"Bienvenido todo aquél que en calidad de tal permaneciere lejos; pues que de acercarse sería éste y no aquél, y como tal molestaría."
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