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Deliración 151: Ella, ésa que estaba justo ahí.-

Estaba en la cola, molesto de tanta espera y de tantas colas en tantas clínicas, harto de tanta humedad, azulejos blancos y aberturas oxidadas, con el paquete de medicamentos en la mano y la motito de la droguería en la vereda, esperando que la secretaria se dignara a atenderlo, cuando apareció ella, sin guardapolvos ni estetoscopios ni anteojos, mas con su aura a doctora principiante y precavida, atenta a las miradas de la caterva de médicos en celo, despidiendo a uno de sus pacientes con un beso en la mejilla, hermosa y sencilla, y él, cadete y avergonzado de pronto e interrumpido por la secretaria que nuevamente le preguntaba en que podía ayudarlo con ese tonito particular de las secretarias conventilleras y amantes de turno, a quien sin embargo le sonrió y no perdió oportunidad y disimuló su encargo y dijo: sí, qué tal? que tenía un turno con la doctora; y la señaló mientras ella se metía en su consultorio; con la doctora Paredes? preguntó la secretaria; sí, respondió él; su nombre? preguntó desinteresada; Paredes, dijo él; ah, como la doctora, comentó ella; sí, mintió él y ella, la secretaria, comenzó a buscar su nombre en la lista de turnos del día; y usted tenía turno para hoy? preguntó, porque no me aparece su nombre en el listado; no, no, dijo él, yo venía a sacar turno; ah, dijo ella, y concertaron cita para el martes siguiente.

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