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Deliración 158: La razón de Cantinflas 05

Mediodía, todos los días: el boliche de los Zubriggen con el comisario y la fauna local. Gringos, transpiración, milanesas, pucheros, costeletas, vinos, aperitivos y cervezas; pocas ensaladas y mucho puré. Tablones sobre caballetes sobre tablas de madera sobre la tierra. Risas, historias, anécdotas, aventuras, minas, jodas, fiestas, chismes y secretos. Con quién, a qué edad, de qué edad, de qué manera y cuántos eran. Risas, cuernos y unas pocas peleas.

Comparten mujeres que comparten sus hombres.

Cantinflas escucha. No tiene historias que contar. Se ríe y acompaña.

“Sólo las feas se salvan”, dicen, y Cantinflas escucha...

Comentarios

  1. Te llevo leyendo unos días y... me hacés acordar a Galeano. En mi repertorio de halagos, ese es uno de los mejores, que lo sepas.

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  2. Se agradece públicamente de una manera humilde y sonrojada... la manera, yo no; por el contrario, henchido de orgullo digo gracias personalmente, y me sonrío consciente de que los halagos no los merezco en absoluto...

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  3. Por cierto, si hace poco que me lees, recomiendo, como ejemplo de mi bodrio cotidiano, a ésta, una de mis deliraciones favoritas:

    http://cafrunisticosydeliraciones.blogspot.com/2006/03/deliracin-26-la-puteada-definitiva.html

    El resto, sinceramente, no vale la pena...

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  4. jajaja.

    Yo a lo máximo a lo que he llegado es a diferenciar entre pelotudo y boludo.

    Ah, y que sepas que llegué acá porque tu/mi amigo Andrés Argüello me pasó el dat(az)o.

    :-)

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