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Deliración 184: Hoy hace ya 27 años.-

Nací un miércoles a las cinco de la mañana tras tres horas de un suplicio interminable en el que mi vieja exigía le traigan un partero atorrante que jamás apareció a unas enfermeras indolentes que jamás mostraron respeto alguno por vida alguna por más que ella, mi vieja, suplicara y amenazara y puteara y apelara a la justicia terrenal y al castigo divino y a las maldiciones estrafalarias y se parara y se retorciera y se arrastrara y se encharcara y se enchastrara y se sentara en un inodoro mugriento y se dilatara e hiciera fuerzas para que yo me asomara en gárgaras vaginales y lo viera todo enmarcado por sus gambas tumefactas y venosas y su cachucha inmensa y peluda: el inodoro inmundo, las enfermeras sardónicas, mi hermano trepado a una silla, ningún perro presente y la sombra de mi viejo; y te aseguro, hermano, que, por más trivial que parezca, esas experiencias te marcan de por vida.

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