Y fueron esos bultos que vio a través del vidrio esmerilado de la puerta del baño y que, curiosamente, seguían los movimientos de sus brazos mientras se secaba con la toalla, los que lo llevaron a plantearse nuevamente la posibilidad de hacer un gastito extra ese mes para comprarse una buena cerradura y unas trabitas para cada puerta. Afortunadamente, no hubo necesidad de gasto alguno, ya que estaban armados y, por lo que contó una vecina, venían endrogados y esos tipos te matan por dos pesos nomás.
"Bienvenido todo aquél que en calidad de tal permaneciere lejos; pues que de acercarse sería éste y no aquél, y como tal molestaría."
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