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Deliración 318: Si tan sólo supieras...

Y cuánto valor faltó en mi vida para acostarme con tantas otras y decirles te amos a tan pocas y emprender mis tantos viajes tantas veces prorrogados y putear e imponerme y dejar de dar lástima y tomarte la mano a tiempo y halagar tu sonrisa aquella tarde -¿te acordás?- y caminar más lejos a tu lado y reclamarte mía y echar a todos esos tantos otros que me rodearon siempre y cuánto más valor me faltó para aceptar que no era tan distinto y que ese ideal en el que me escudaba no era más que otra mentira, otra excusa, otra manera de quedarme de pie y mirando, sonriendo apenas -¿te acordás?- y amagando un no puedo, pretendiendo estar enamorado del amor puro, único e imposible: mi estirpe de caballero no ha sido otra cosa más que la manifestación más elaborada de mi cobardía, demasiado absoluta; desperdicié mis años de deseo -yo recuerdo-, para luego pasar el resto de mis días en un constante arrepentimiento a su lado... ay, y cuánto valor me hace falta para decirle simplemente: no es que ya no te quiera, mi querida mía, sino que nuestro amor ya no es suficiente.

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