Harto de tantas descripciones, se propuso narrar sucesos escuetos y habló de la perra que todas las noches meaba frente a la heladera, resentida por quedar exiliada en la cocina, y habló del diario esperar a que el hijo de la dueña de la casa que alquilaban guardara el coche para poder guardar el suyo luego en la cochera de la casa de la dueña de la casa que alquilaban pues que oportunamente quedaba al frente; y se sintió satisfecho al terminar esas líneas, ya que, si bien trivial, era cierto y, por cierto, personal...
"Bienvenido todo aquél que en calidad de tal permaneciere lejos; pues que de acercarse sería éste y no aquél, y como tal molestaría."
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