La mugre soldada al pavimento, los baches, los postes y los tapiales pudrió la luna del barrio. Las calles socavaron las veredas dejándonos sin baldosas para caminar de la mano. El sol bosteza con un aliento a botulismo sobre el mar de chapas resecas. En la terraza: cascotes y trapos mugrientos. En el departamento: calzoncillos empapados de sudor y pis rancio, piel afiebrada y escalofríos, grela viscosa en las plantas de los pies y unas ojotas tiradas junto al cuerpo en el piso encharcado a la sombra del baño. No hay luz ni agua, sólo gravedad... como si puediera irse a algún lado...
"Bienvenido todo aquél que en calidad de tal permaneciere lejos; pues que de acercarse sería éste y no aquél, y como tal molestaría."
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