Relámpagos sin truenos y una humedad espantosa. El turbo sobre la ventana mete ese olor a transpiración dentro de casa. Cuesta respirar y me resulta imposible dormir. Afuera los gatos pretenden fornicar y despiertan al mirlo de la vecina, pero la luna no ladra. Mis perros abren los ojos -pero sólo cada tanto- para verificar que sigo cerca de ellos. Mi mujer habla sin despertarse, alza los brazos y se cubre con la sábana. En mi soledad a su lado, vuelven todos esos años que no fueron. ¿Cuánta vida más voy a perder sólo pensando? Seguramente, es mi consuetudinario desperdicio y no la humedad la que me quita el sueño.
"Bienvenido todo aquél que en calidad de tal permaneciere lejos; pues que de acercarse sería éste y no aquél, y como tal molestaría."
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