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Deliración 345: La calor y su humedad...

Desayunabamos fetas de aire que nos regalaban las madrugadas, mas el resto se trataba de un tufo inoxidable que aporcinaba a todo aquel que respirara sin importar que, refugiados del sol, buscáramos santuario en oficinas y hogares asfixiados por tanto encierro.

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