Lo despertaron los gritos y de repente fue consciente del dolor y la humillación de una madre, y se hizo responsable de las culpas de un padre, y cargó con la vergüenza de los errores ajenos, y fue sombra y reflejo sin derecho a equivocarse pues que las consecuencias se exageraban demasiado y lastimaban tanto que sumido en su heroísmo infantil prefirió sus heridas a arriesgar a los demás... él, ése, úlcera ácida encostrada de ese ideal adecuado al resto...
"Bienvenido todo aquél que en calidad de tal permaneciere lejos; pues que de acercarse sería éste y no aquél, y como tal molestaría."
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