Siempre me llamó la atención toda esa gente que agarra los cubiertos de manera distinta a como lo hago yo. No puedo evitar mi sorpresa ni, debo admitirlo, elaborar un juicio negativo al respecto. No me pasa lo mismo con la gente que come con la mano; a menos que, por tal motivo, se cubran el rosto y los pelos con comida. Por mi parte, tengo una costumbre que, reconozco, resulta desagradable al resto de la gente: cuando tomo mate y como alguna de esas masitas de consistencia arenosa (impermeables por fuera, pero sumamente solubles una vez partidas), me meto la masita entera dentro de la boca, la parto y recién entonces sorbo el mate, para que entonces la infusión bañe el pre-bolo. En mi defensa, debo aclarar que jamás dejo migas en el pico de la bombilla, pero esos detalles de buen gusto y consideración la gente tiende a omitirlos, pues se quedan con la impresión general del acto en cuestión. "En Francia eso no pasa", me dicen; "claro que no", respondo, "mates no se ceban en Europa, pero cubiertos... cubiertos hay en todas partes del mundo".
"Bienvenido todo aquél que en calidad de tal permaneciere lejos; pues que de acercarse sería éste y no aquél, y como tal molestaría."
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