_ Al laburo no lo extraño, eso sí. Hacía tiempo que había dejado de interesarme. Yo hubiese preferido que me echasen, pero bueh, me dejaron bien en claro que no me iban a echar... por más que estuviese al pedo como estaba. Bah, era raro, porque estaba al pedo, pero a la vez no estaba al pedo. Yo me encargaba de hacer todas esas cosas que nadie quería hacer y que hacían falta, qué sé yo... escribía documentación oficial, manuales de procedimiento y corregía todas las checklists que se utilizaban en la oficina... Eso me gustaba, no? Para mí era todo un reto agarrar todo ese kilombo de documentos y mails que andaban dando vuelta por ahí y tratar de acomodarlos, darles forma y reescribirlo todo de una manera sencilla y lineal. La gente no sabe escribir... bah, en realidad, me parece que la gente no sabe ordenar las ideas...
Me quedé un instante en silencio, esperando que el tipo me retrucara algo. Se la había dejado picando. Uno improvisa una suerte de estrategia discursiva durante la primera sesión como sujeto de psicoanálisis; un poco para mandarse la parte y hacerse el interesante, y otro poco para agregarle algo de dramatismo a la vida. Pero se ve que me salió mal porque el tipo no me retrucó nada y yo me había quedado en silencio acariciándome los bigotes como un imbécil. Con las mujeres me pasaba lo mismo, pensé.
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