El velorio fue concurrido y creo que le hubiese gustado, pero hubiese preferido un poco más de maquillaje. De su generación, sólo queda un cuñado de 97 que aún va a hacer las compras solo. Los demás, decenas de sobrinos de la edad de mi viejo. "Yo también soy Brasca", me dijo uno. Luego la llevamos a la catedral y después de la misa, la llevamos a Saguier, para dejarla junto al abuelo. "A mí me entierran acá también", dijo mi viejo cuando nos volvíamos. Hoy, nos pusimos a acomodar sus cosas y descubrí que eran pocas. Debo confesar que esperaba encontrar secretos, pero sólo estaban sus recuerdos: su ropa, sus polleras, su sacos, sus chales, sus hilos, nada de lana y una sola revista de costura, muchas carteras, algunas valijas, decenas de pantuflas y sólo tres pares de zapatos, las armas de mi abuelo, su vestido de novia en una caja de acolchados, y fotos, miles de fotos de todos los miembros de la familia (y me refiero a bizabuelos, tíos, primos, sobrinos, nietos y demás aledaños) y recortes de diarios sobre todos sus casamientos, nacimientos y muertes... tanta gente que no conocimos, tantos parientes que nunca veremos, tanta sangre Brasca o Novareto que se encuentra deambulando en torno a nuestra completa ignorancia...
De repente; la familia ha perdido la memoria... hoy sólo somos nosotros.
De repente; la familia ha perdido la memoria... hoy sólo somos nosotros.