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Deliración 412: Y se murió la abuela...

Papá avisó a la madrugada, minutos después de su muerte. Decidimos dormir un rato antes de salir para Rafaela y entonces soñé con ella. Estaba apurado y entré en bolas pero con medias al departamento. Traté de ponerme un calzoncillo en la pieza de servicio, pero no pude, y salí a los saltos por la cocina. Cuando pasé por el living a oscuras y pude verla en el rincón donde debería estar el televisor. La luz azul de la noche entraba por la ventana del balcón y dibujaba su silueta y su peinado, y supe sin necesidad de verla que estaba vestida con su pollera, su remera y su saco de lana. También supe que estaba esperándome, pero preferí creer que la habían dejado sentada hasta que se hiciese la hora de su velorio. Avancé avergonzado por el departamento y pude sentir que me seguía con su mirada y en silencio. Crucé el pasillo y llegué a la pieza, su pieza, aún desnudo y apurado; y estaba como hace años: las dos camas siamesas, nuestras fotos en la pared, las mesas de luz de ellos y el olor a naftalina. Talvez yo debía dormir en mi sueño, o terminar de vestirme, quién sabe? Entonces escuché que la abuela me llamaba y me desperté sobresaltado, consciente de que sería la última vez que la escuchara...

Comentarios

  1. De tu abuela recuerdo los veranos de cocacola y papasfritas. La sonrisa de haber comprado lo indicado para tenerte ahí. Ella ponía la cara. Y la sonrisa. Estaba también tu abuelo, pero él me caía mal, en realidad no me caía. Siempre de costado viendo la televisión. ¿Me parece que fútbol? Pero tu abuela tenía otra cosa: un tono de voz... como dice el tango, despacito, como acariciando.

    Un abrazo.

    mariano.c

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