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Mostrando las entradas de enero, 2013

Deliración 426: Cualquiera diría...

A él le costaba hablarle por teléfono siquiera, y ella empezó a cansarse de tanto esfuerzo. Chateaban durante horas, noches enteras; pero él no podía pronunciarse, no sabía qué decirle cuando escuchaba su voz. Para cuando se animó a conocerla, ella ya no estaba interesada y es que realmente había pasado mucho tiempo. Ella era hermosa, de una belleza sencilla, de un discurso sincero y de una tristeza humilde y profunda. Quería nacer y se le notaba. Para ese entonces la pretendían demasiados, y él era un caso complicado, como un vago ejemplar de humano y apenas, si acaso, de hombre. Aparte había conocido otra mina. Sin embargo, estaban ahí, se presentaron como habían prometido. Hubo silencios, demasiados, y la charla habló de terceros. Parecían decirse esperamos demasiado, ya no estamos solos y ya no nos necesitamos. El abrazo fue sincero y sorpresivamente mutuo, como pidiéndose no me olvides. Pasaron años, muchos, más de trece seguro. Siguieron en contacto, escribiéndose esporádica e inesperadamente, y lo curioso es que aún se responden y se mantienen al tanto. Cualquiera diría que, al menos uno de ellos, sigue enamorado.

Deliración 425: Le metí una mano...

Yo no lloro, me arrepiento y miro demasiado hacia atrás, nada más. Pero no, no lloro; desconfio y casi nada me lastima. Ya tampoco me compadezco de la gente; ya no me siento responsable de la suerte ajena. Afiancé mi egoísmo para tratar de entenderme sin que el resto me interrumpa tanto y, de repente, ahora, sin que pueda controlarlos, todos estos recuerdos  comandos, profesionales, certeros y contundentes. Tantos y tan olvidados que ni parecen míos; toda esa parte de mi vida que evidentemente esquivo de mi memoria. Es la proximidad de la muerte y tantas ausencias, supongo. El de hoy fue una canción que empezó a sonar tratando de recordar la letra de la Cumparsita, y entonces vino Krypto, mordiendo la tela mosquitera de mi ventana, y así fue que las vi: en casa, las rejas daban a nuestro propio patio; pero al frente, nada...