A Ricardo le molestaba cada vez más el olor a caca y tabaco que quedaba en el dormitorio después de garchar con Rubén. 'El pedo cubano', lo llamaban, aunque ya no recordaba bien porqué. En un momento les había parecido gracioso; quizás por la inconsciencia de la borrochera, quizás por la histeria del galanteo. Abrió la ventana y se volvió hacia la cama. De repente quiso decirle 'andate, andate y dejame solo', pero no le salieron las palabras. Se fue al baño a llorar en la ducha, a Ricardo le hacía bien ese tipo de catarsis melodramáticas venezolanas; y después bajó al quiosco a comprar facturas.
Rubén se despertó al oler el café. Se calzó el pantalón pijama de Ricardo y fue a la cocina. De la tele se escuchaban los comentarios de una conductora de un programa de chimentos. 'Poné TN', dijo Rubén, sirviéndose una taza. Entonces se dio cuenta de que estaba solo.
"Bienvenido todo aquél que en calidad de tal permaneciere lejos; pues que de acercarse sería éste y no aquél, y como tal molestaría."
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