Caminabamos por las noches; caminabamos mucho, quizás demasiado. Había que mantenerse en movimiento; la paredes oían y era la única forma de confundirlas. Sabían, todos sabían quiénes eramos; pero nadie qué hacíamos ni hacia donde íbamos. Creo que simplemente nos acompañabamos; cada uno sufría la adolescencia de una manera distinta. A mí me criaron para ser lo que no soy, avergonzado de lo que era; y hoy, ni uno ni lo otro. Cada uno tiene sus anclas y yo mi apellido, el nombre de la familia. Caminabamos por las noches, haciendo ruido del silencio; charlando, sobrios y arrastrando las cadenas. Recorrimos todos los rincones de esa Rafaela de los noventas. Alguno habrá estado buscando algo; yo, creo, me estaba despidiendo.
"Bienvenido todo aquél que en calidad de tal permaneciere lejos; pues que de acercarse sería éste y no aquél, y como tal molestaría."
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