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Deliración 478: BigBalaBoluda 5

El otro se alejó y se abrió paso hasta el balcón. Llamó a su mujer, pero al cabo de treinta segundos atendió el contestador. Insistió: ídem. Se apoyó sobre la baranda y miró hacia abajo, hacia la calle. “Qué raro”, dijo de nuevo, pero esta vez para sí mismo. Escuchó la sirena de una ambulancia y la siguió girando la cabeza sobre el eje de su cuello hasta que se perdió de vista. Entonces sonó su teléfono: era un mensaje de uno de los muchachos con los que jugaba al fútbol los jueves; una foto de un travesti en bolas. Se sonrió. Buscó el contacto de su esposa: hacía poco menos de una hora que ella había utilizado la aplicación por última vez. Le envió un par de mensajes: “donde estas?”, “todo bien” y después el “?” que se había olvidado. Esperó; sin embargo, las notificaciones le indicaban que los mensajes no habían sido recibidos.

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