Llora manoteando el aire en el que se proyecta la voluptuosidad de mi culpa. No quiere quedarse sola en su nueva escuela; sola con sus nuevos maestros, maestras, compañeros y compañeras. Sola ante la novedad, indefensa ante ese gran desconocido y esa rutina monstruosa y apabullantemente aburrida (aunque esos son mis miedos, los reconozco). Sin embargo, nos asegura que le gusta... Pero mis terrores insisten: por las noches se revuelca en la cama y parece angustiada y habla y canta en su desconsuelo y nos llama y me llama... "Papi, no te vayas... Papi, estoy solita" y se duerme abrazada.
"Bienvenido todo aquél que en calidad de tal permaneciere lejos; pues que de acercarse sería éste y no aquél, y como tal molestaría."
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