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Mostrando las entradas de septiembre, 2013

Deliración 437: Lo que pasa...

Lo que pasa es que yo antes no tenía obra social, o sea, tener, tenía, pero allá era distinto, lo teníamos al doctor Gómez o teníamos el hospital a unos veinte kilómetros, pero bueno, no sé si usted lo conoce al doctor Gómez, me imagino que no, no sé, pero bueno, a mí no me gusta hablar mal de la gente, pero bueno, a mí me parece que el doctor Gómez mucho no sabía porque cada vez que se le complicaba la cosa nos mandaba directo al hospital, así que al final íbamos directamente al hospital, pero bueno, la cosa es que desde que me vine a vivir acá, me cambió la vida y con el trabajo éste nuevo que conseguí me dieron está obra obra social que me cubre de todo y bueno yo aprovecho porque es gratis y de paso me hago revisar de todo no vaya a ser cosa que tenga algo que no sabía, y bueno, la verdad es que es mi primera vez en esto de la terapia, así que no sé bien qué es lo que tengo que decir, pero yo más o menos algo averigüe y me dijeron que tenía que venir y contarle mis problemas, pero la verdad le digo, yo muchos problemas no tengo, si la verdad es que estoy chocho con el trabajo éste nuevo que tengo y la obra social, porque me cubre de todo, el dentista, los médicos, todo, hasta los remedios me cubre, así que yo estoy chocho, de verdad le digo, estoy chocho, no sé, yo vine porque es gratis, porque es gratis, no? y bueno, entonces, cómo no voy a aprovechar? ocho sesiones tengo gratis, pero bueno, usted dígame si yo por ahí hablo demasiado, porque la verdad es que cuando me embalo, me embalo y no paro, medio que no me doy cuenta, pero por ahí un poco sí y veo que la gente se aburre y se pone incomoda, y como que se quiere ir, como que les molesta que hable tanto, pero yo no lo hago a propósito, yo sólo quiero charlar, conocer gente, pero nadie me dice nada y yo veo que la gente me esquiva, no sé si a usted le pasa, pero es una sensación muy fea, y bueno, me siento solo, eso es lo que pasa.

Deliración 436: Ya no sé dormir...

Puta, qué pasa? Me faltan palabras, las olvido, no las recuerdo; las pierdo, es eso: no las encuentro. Explotó algo dentro de la pared, como un cintazo. Se movió la habitación, pegó un estirón, o quizás tenga cólicos. Ahora es un mosquito que zumba, se acerca y calla todo. La casa deja de respirar, expectante. El silencio, es eso: la oscuridad y el silencio. Está chupándonos sangre, estoy seguro, pero aún no lo siento. Llueve, comienza a llover de nuevo, taquigráficamente; y comienzo a sentir picazones en todo el cuerpo. Me rasco y me enroncho, es eso: ardo y me irrito. Me escucho, oigo la fricción de mi cuerpo y la cavitación de mis pulmones, la gelatina efervescente de mis flemas. Me seco, se me agrietan las aristas y sangro por las bisagras de los codos y las rodillas. Me acaricio el bigote y juego con la barba. Puta, qué quería decir?
No sé, ya no me acuerdo.

Deliración 435: Por las noches...

Caminabamos por las noches; caminabamos mucho, quizás demasiado. Había que mantenerse en movimiento; la paredes oían y era la única forma de confundirlas. Sabían, todos sabían quiénes eramos; pero nadie qué hacíamos ni hacia donde íbamos. Creo que simplemente nos acompañabamos; cada uno sufría la adolescencia de una manera distinta. A mí me criaron para ser lo que no soy, avergonzado de lo que era; y hoy, ni uno ni lo otro. Cada uno tiene sus anclas y yo mi apellido, el nombre de la familia. Caminabamos por las noches, haciendo ruido del silencio; charlando, sobrios y arrastrando las cadenas. Recorrimos todos los rincones de esa Rafaela de los noventas. Alguno habrá estado buscando algo; yo, creo, me estaba despidiendo.

Deliración 434: Humilde...

'En mi memoria hay tantos otros, yo sólo quiero que alguien se acuerde de mí', se dijo y procuró modificar la fecha de cumpleaños en su perfil de Facebook sólo para recibir saludos semiprogramados cada dos o tres meses; y es que con eso le bastaba.

Deliración 433: Aquí estuvo, sí...

Y esa voluntad acostumbrada a autografiar los espejos y vidrios de su vida con el vapor de su aliento; los de tantos autos y tantos baños, los de tantas, pero tantas casas y departamentos, y los de la universidad y el colegio; y de repente la memoria de su mano empapada en tempera certificando su existencia primaria y primitiva sobre las paredes prefabricadas de esa casita enana y perdida en el patio de un jardín de infantes. Había sellado su apartirdentonces con un azul brillante que jamás alcanzaría. Y olió el piso embarrado de moras y orina, y vio las hamacas y los caños de desagüe pintados a lunares, y más allá una huerta seca y el alambrado cercándolo todo, separándolo del mundo, alejándolo del resto. Una burbuja, pensó, y miró sus dedos gordos y los cerró en un puño hinchado, como un globo amatambrado; apretando, apretándolo para que se reviente.