Mi tristeza es sencilla: es la tristeza de mirar por la ventana, la de patear una lata y la bronca de alcanzarla y pisarla. La tristeza perversa de dejar morir de sed a una planta sobre la mesa o la dejar cubierto al canario durante dos o tres días. La tristeza de dejar la ropa en el lavarropas durante una semana; la tristeza de no prender la tele ni la radio. La bronca de viajar parado en colectivos, la de tomar café demasiado dulce y aguado. La tristeza de tener la guía abierta en la página que tiene tu nombre, tu dirección y teléfono. La tristeza de no tener tus fotos. La bronca de no tener tus fotos. La tristeza de los platos limpios. La bronca de los repasadores podridos.
"Bienvenido todo aquél que en calidad de tal permaneciere lejos; pues que de acercarse sería éste y no aquél, y como tal molestaría."