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Mostrando las entradas de octubre, 2009

Deliración 334: Morocha, menudita y de risa generosa...

"Y lo que pasa es que la mina ésta tenía un aire a ex-novia que te enamoraba, qué sé yo, tenía ese no sé qué que le pertenecía a otra por la cual hubiesemos dado la vida... te juro que a todos nos pasaba lo mismo; pero ojo, como te digo ex-novia tambien te digo amor imposible, lo que vos quieras... la cosa es que la mina te hacía acordar del amor de tu vida y tenía un perfume a nostalgia, o mejor, a lo que hubiera sido...", dijo y hablaba de una, que había conocido en una reunión de intereses comunes, a quien observaba del otro lado de una mesa de cocina demasiado grande, en la que cebaba mates amargos para toda la concurrencia, pero que endulzaba especialmente para ella. Más que un affair, pretendía una revancha, y negoció conquistarla alegando términos de una reconciliación romántica y pasional que le permitiera expiar penas y demás culpas, pero esta vez, se dio el lujo, finalmente, de abandonarla y con ella a su nostalgia.

Deliración 333: Yo, extra?

Fueron doce las horas durante las cuales el extra presenció, sentado en asientos improvisados, aquel atentado audiovisual en plena cancha de bochas de barrio Alto Alberdi que concluyó sin concluir debido a la presión ejercida por borrachos oriundos de la locación en cuestión que amenazaban con desalojos ejecutando reiterados cortes en el suministro de energía y llevándose por delante equipamiento que al caer al suelo no estallaba en mil pedazos pero que dejaba de funcionar por horas que se perdían para siempre en esa producción limitada por el horario de oficina, el sueño y el alcohol efervescente.

Deliración 332: Para seguir viviendo...

"Mi estimadísimo endrogólogo entendido en términos farmacológicos, tiene algo que me dea y me permita continuar con esta pantomima de trabajo, remuneración, alquiler, comodato de afectos y lagunas emotivas?", preguntó compinche y sometido... "Pero por supuesto, mi queridísimo impaciente a quien llamaré neurótico compungido por puro capricho soberano; hoy en día no hace falta morir para hacer algo de nuestras vidas, vea pues, le prescribiré entonces un delicioso cóctel de histerias tempranas, perversiones cotidianas y obsesiones banales que le permitirán seguir soñando sus sueños inocuos, sin que estos generen anhelos ni despierten su dormir de sonámbulo funcional y socialmente eficiente", respondió garabateando sus prescripciones proselitistas. Ay, y pensar que si estuviésemos en mi pueblo, seguramente el tipo le hubiese llevado un lechoncito para agradecerle...

Deliración 331: Por las noches...

Los críos trepaban por los techos para morir a gritos ante los aullidos desesperados de los siervos que caían afónicos y rendidos a los pies de sus amos, mayordomos del resto, que fumaban sus tilos en grageas para dormir indiferentes a sus sueños y a la bocina del tren no tan lejano y a los pasos en el techo y a las celosías que cedían y al cristal que estallaba y a los aullidos vacíos y aterrados y a esa cerradura que crujía y a los disparos que salpicaban en paredes y cielorraso y a las respiraciones roncas y flemáticas que se detenían a tan sólo dos pasos de sus camas...

Deliración 330: Escrache en la 27 de abril.-

Al parecer, tanto saltimbanqui se daba cita con el propósito de humillar públicamente a una letrada privada de vergüenza que estaba avocada a extirparles el espacio mediante un fraudulento proceso de usucapión instantánea, alegando morada usurpada por esos otros que habían hecho de la ruina vacía un centro cultural circense donde acróbatas, poetas, fumadores y opiómanos desamparados pudiesen expresar libremente su arte y su humo colectivo entre tantas gatas que prestaban el nombre a la casa. Engatusolos, sin embargo, la policía con alegatos amistosos y llamados a la paz social mientras fugábase la susodicha fugazmente escoltada por cuatro uniformados a un patrullero que se perdió en el tráfico de la tarde. La revuelta pacífica fue dispersada alegando contravenciones inventadas y exigiendo documentos ausentes a todos los presentes. Busqué más tarde información al respecto, pero ningún medio ofrecía dato alguno sobre la función vespertina del circo y su carpa en peligro.

Deliración 329: Más que can, verruga...

Y le llamamos Foca por la afonía asmática con que aullaba, epifanía cuadrúpeda de una aberrante malformación sarnosa, como un gran muñón moreauchezco, oliendo a muerte y en vías de lograrlo, llegó a casa un sábado por la tarde casi en comodato, a condición de volver a sus pagos una vez vencidas el par de semanas... veremos qué pasa, me disyuntivé ya sabiendo mi respuesta: o nos lo empernan o nos encariñamos con la bestia...

Deliración 327: Lindo haberlo vivido...

En aquella ciudad pujante de tantos y tan pocos habitantes, todos sabían de sus cuernos y sobre la nena que venía en camino menos ella, la flamante cornuda; mas no le decían nada porque el escándalo que se sucedería, tras hacer privada la noticia, sería efímero y el chisme, en sí, moriría a los pocos días.

Deliración 326: Una noche en Capilla del monte...

En el techo, una orbe pinchada gotea luces de colores y se salpica por toda esa tapera fundada con el único propósito de alcoholizar a los hinchas de Racing de ese pueblo de aires místicos y tierras yermas; en el suelo baldosado, una mesa de pool arrimada contra la pared roja del fondo con un modesto parlante encima del paño y un cartel que dice billares como contexto de un cantor soberbio y varios bailarines entre los que sobresale Sam Elliot zapateando una chacarera. La peña se manifiesta en torno a nuestra mesa mientras tomamos fernet rodeados por científicos apenas conocidos y por demás simpáticos: uno, el primo de mi mujer; el resto, sus amigos: delos cuales, una, sospechamos su pretendiente. En los baños, desapercibida, la leyenda: "Señor cliente: Cuide la higiene del lugar. Piense que las manos que limpian este baño son las mismas que preparan sus bebidas."